Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo, pronto lo glorificará. Me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os amáis unos a otros". 

Jn 13, 31-33a. 34-35

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  La Ley de Dios es la Ley del amor, como también lo son sus mandamientos. El amor incondicional de Dios a sus criaturas, debe ser reflejado en ellas y por ellas hacia los demás. "Amaos unos a otros" (Jn 13, 35), dice Jesús que así nos reconoceremos como discípulos suyos. ¿Lo hacemos así?  Dios no nos pide imposibles; él conoce las capacidades y las limitaciones de cada uno de sus hijos; somos nosotros los que vamos acotando las parcelas de nuestra vida.

  Dejemos que el amor de Dios entre en nuestro corazón, hagámosle sitio y podremos sentirlo como realidad palpitante de nuestra vida. Así seremos capaces de amar a otros sin esperar nada a cambio, y nos reconocerán como discípulos del Maestro.

Domingo, 19 de mayo de 2019

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