Dijo Jesús a sus discípulos: "El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: 'Me voy y vuelvo a vuestro lado'. Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, creáis".

Jn 14, 23-29

- - - -

  Jesús sigue hablando insistentemente del amor, como si quisiera que se nos quedara bien grabado en la mente y en el corazón. Amándole a Él y guardando sus palabras, somos amados por el Padre que nos envía el Espíritu Santo para que lo acojamos en nuestras vidas y podamos mostrar su amor, por medio de nuestras gestos, nuestras palabras, nuestras obras.

  Somos templo del Espíritu Santo, lo escuchamos muchas veces e incluso también nosotros lo decimos, y no podemos tener un corazón temeroso, sino confiado en la bondad y el amor de Dios. Debemos ser conscientes de este Divino amor apasionado que nos habita, para poder exteriorizarlo y vivirlo llenos de gozo y esperanza.

Domingo, 26 de mayo de 2019

o-o-o-o