Dijo Jesús a sus discípulos: "No todo el que me dice 'Señor, Señor' entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel día muchos dirán: 'Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?' Entonces yo les declararé: 'Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad'. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande. Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como sus escribas.

Mt 7, 21-29

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 Jesús habla a la gente acerca de pérdidas y ganancias, no materiales,  simbolizadas aquí con una casa construída firmemente sobre la roca, que aguanta los temporales, y otra casa edificada sobre arena y que no soporta la embestida de la tempestad. Y hemos de preguntarnos cuál de las dos casas nos representa. Porque las parábolas no son cuentecitos para pasar el rato; son relatos que nos ayudan a reflexionar sobre el mensaje que encierran.

  La vida nos va trayendo muchas tormentas: enfermedades, desempleo, pérdidas de seres queridos, desengaños, soledades... y, según donde hayamos afianzado nuestros cimientos, saldrá indemne o se derrumbará. Sólo hay una roca firme sobre la que construir la casa de nuestra vida: Cristo, el Señor. Todo lo demás se desmoronará ante las embestidas de las borrascas que sacuden nuestra existencia.

  Aprendamos del hombre prudente de la parábola de las dos casas, y construyamos nuestro edificio sobre la roca que es Jesucristo. No nos contentemos con escuchar su Palabra. Hemos de ponerla en práctica en nuestra propia vida para poder comunicarla a los demás.

Jueves, 27 de junio de 2019

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"Tú eres mi protector, mi lugar de refugio, mi libertador, mi Dios, la roca que me protege, mi escudo, el poder que me salva, mi más alto escondite". -Sal 18, 2-

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