Designó el Señor otros setenta y dos y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero:'Paz a esta casa'. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: <El reino de Dios ha llegado a vosotros>".
Lc 10, 1-9
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"El reino de Dios ha llegado a vosotros" (Lc 10, 9b)
¿Lo creemos así? ¿Trabajamos en él? La sociedad trata de convencernos para recluir a Dios, e incluso al mal, en el ámbito de lo estrictamente religioso, de puertas adentro de cada uno. Sin embargo, en medio del mundo, hay hijos de Dios que viven "como corderos en medio de lobos" (Lc 10, 3), sin más armas que la Palabra de Dios y la fuerza del Espíritu, haciendo visible con sus vidas la realidad del reinado de Dios.
Roguemos al Padre bueno que nos haga partícipes de su fortaleza y podamos llevar allá donde vayamos, o donde nos encontremos, el Espíritu liberador de Jesús.
Jueves, 14 de febrero de 2019
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