Tomó la palabra Jesús y dijo: "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descando para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
Mt 11, 25-30
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Las personas sencillas acogen de corazón la Buena Noticia y así pueden ver al Padre bueno obrando en sus vidas y cuidando de ellos. Las personas sencillas pueden ver la realidad del reinado de Dios y trabajan para hacerlo visible a su alrededor. Las personas sencillas transmiten la Palabra de Dios con su voz y con sus actos. Las personas sencillas no se pierden en divagaciones ni en teorías más o menos concluyentes, sino que llevan a la práctica las bienaventuranzas. Las personas sencillas buscan confiadamente el descanso en Cristo.
Jesús conoce bien lo que cada ser humano alberga en su propio corazón; y da gracias a Dios por "los pequeños", por los sencillos, por "los últimos" que acabarán siendo los primeros (Mt 19, 30).
Lunes, 29 de abril de 2019
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