LEEMOS (Lc. 6, 6-11)

 

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y ponte en medio». Y, levantándose, se quedó en pie.

Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?». Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo y su mano quedó restablecida. Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

 

MEDITAMOS

 

Jesús vino al mundo para dar pleno sentido a la ley y ese pleno sentido pasa por colocarla al servicio del Reino. Un dios misericordioso que siente compasión del que sufre y que quiere instaurar un mundo nuevo basado en la misericordia y no en los sacrificios. 

 

Lucas nos presenta una curación de Jesús en un sábado ante los maestros de la ley, sin duda, para ponerlos a prueba. En tiempos de Jesús había tantos mandatos religiosos que estos maestros ya habían olvidado el espíritu de la ley y ya solo se ocupaban del cumplimiento estricto de su letra. Entre esos cumplimientos estaba el descanso del sabbat-el sábado- el día séptimo de la creación en que Dios descansó. Un descanso que las leyes de los hombres habían tasado y regulado de tal modo, que prácticamente no se podía hacer nada, incluso era contado el número de pasos que la persona podía dar ese día.

Jesús enseña que más importante que el descanso del sábado, que más importante que la ley está hacer el bien al prójimo cuando este lo necesita. Y con su mirada censura el egoísmo y el desprecio que escribas y fariseos sienten por la persona, anteponiendo un mero cumplimiento de la ley para ser vistos por los hombres como cumplidores de unos preceptos vacíos de amor.

Con esto Jesús no desautoriza la ley, simplemente la engrandece, le da su sentido verdadero, pues la ley está hecha para ayudar al hombre, no para oprimirlo.

No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento” (Mt 5, 17)

Con estos versículos del evangelio, Lucas nos exhorta al cumplimiento de la ley, sí, pero que este cumplimiento no sea obstáculo para la misericordia con el necesitado.

 

Señor, dame el don de la sabiduría para llegar, desde la sencillez, a conocerte y amarte por encima de todo.