Estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: "Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo". Pero él contestó al que le avisaba: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?" Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: "Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre".

Mt 12, 46-50

- - - -

  Jesús no está renegando de su familia, está aclarando prioridades. Para él, lo primero de todo es su Padre, y cumplir la voluntad de su Padre, como bien lo demostró muriendo en la cruz para salvarnos. Después, su ámbito familiar no queda reducido a lazos de sangre, sino que va más allá, abarcando a todos los que aceptan y cumplen la voluntad del Padre bueno. De esta forma, la familia de Dios no se reduce a un grupo, ni a un pueblo, una nación, sino que abarca a todos cuantos escuchan la Palabra y la ponen en práctica en sus propias vidas, para poder comunicarla a los demás. En Cristo (Hijo unigénito del Padre) somos hermanos y así podemos ser hijos de Dios (Jn 1, 12).

Martes, 16 de julio de 2019

o-o-o-o