Dijo Jesús a Nicodemo: "Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu". Nicodemo le preguntó: "¿Cómo puede suceder eso?" Le contestó Jesús: "Tú eres maestro en Israel, ¿y no lo entiendes? En verdad en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna".
Jn 3, 5a.7b-15
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"Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre" (Jn 3, 13).
Jesús puede hablar con pleno conocimiento de los misterios de Dios, porque desde el principio estaba con el Padre (Jn 1, 1-3) y ha venido al mundo (Jn 1, 14) para revelar la realidad del reinado de Dios. El Espíritu es el que propicia el cambio en las personas para que nazcan de nuevo (Jn 3, 3), no de forma biológica, como pensaba Nicodemo, sino en la fe, para poder ser capaces de reconocer a Jesús como Hijo unigénito del Padre y contemplar su gloria.
Martes, 30 de abril de 2019
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