LEEMOS: (Jn 16, 5-11)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”. Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. En cambio, si me voy, os lo enviaré.

Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

 

MEDITAMOS:

Si el Hijo no va al Padre, ¿dónde iríamos nosotros? No tendríamos esperanza. Como dice San Pablo, si Jesús no ha resucitado, vana es nuestra fe. Si no viene el Paráclito, ¿qué sentido tendría el Amor que Dios nos tiene, teniendo en cuenta que es Trinidad? Dios no nos deja solos nunca. Hay mucho amor en las Palabras de Jesús.

 

ORAMOS:

Gracias, Señor, por tanto amor.