LEEMOS: (Jn 17, 11b-19)
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»
MEDITAMOS:
Jesús ora al Padre pidiendo que seamos uno, como ellos son Uno. El Papa León XIV está dando importancia a la unidad. Pero, ¿por qué es importante la unidad? Porque la división provoca situaciones de enfrentamiento, de pensar que unos son mejores que los otros, de rivalidad, todo lo cual está lejos de construir la paz, la justicia, la caridad y, en definitiva, el Reino de Dios. Seamos uno en Cristo, no la unidad que a nosotros nos apetezca según criterios que, en el fondo, son excluyentes. Seamos uno porque el Hijo y el Padre son Uno.
ORAMOS:
Señor: Que todos seamos uno en ti.