LEEMOS: (Mt 5, 38-42)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente». Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.»

 

MEDITAMOS:

Hacer el bien, en ocasiones, es fácil; pero en otras no lo es tanto. No sólo porque a veces la situación genera una decisión que puede ser difícil saber dónde está el bien; sino, sobre todo, cuando nos encontramos ante una situación en la que nos han hecho un daño o agravio. ¿Cómo responder en esa situación? En la época del judaísmo se resolvió con la máxima “ojo por ojo, diente por diente”. Al menos, no devuelvas mayor daño del que te han hecho. Pero ¿Cómo calcular que el daño con que se responde es exactamente igual al que te han hecho? Y, sobre todo y aquí está la clave: ¿Cómo vamos a construir una vida de paz si respondemos con el mal? La violencia no es buena. No acaba resolviendo nada. Es más, lo empeora. Seamos, pues, constructores de paz.

 

ORAMOS:

Señor: Que siempre respondamos con el bien. Que seamos constructores de paz.