LEEMOS: (Mt 6, 7-15)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros rezad así: «Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.» Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»

 

MEDITAMOS:

A veces pensamos que el Padre Nuestro es una oración repetitiva y monótona. Pero no es así. Como decía Tony de Mello, SJ, no hay dos personas que recen igual el Padre Nuestro. Estemos atentos a cada palabra; incluso, a cada frase, y, si en alguna frase o palabra hemos perdido la atención, examinar por qué. También sería bueno repetir de cuando en cuando durante el día una frase, a modo de jaculatoria. Descubramos, pues, la riqueza del Padre Nuestro.

 

ORAMOS:

Señor: Enséñanos a orar.