LEEMOS: (Mt 6, 19-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

 

MEDITAMOS:

Los religiosos y religiosas tienen voto de pobreza. Pero el resto de los católicos no hemos profesado ningún voto. ¿Cómo aplicar, pues, a nuestra vida lo que nos dice el Señor en el Evangelio de hoy? James Martin, SJ, nos propone un concepto y actitud de vida. Lo llama “sencillez sensata”. No se trata de que vivamos en pobreza, lo cual es, ciertamente, insensato. Sino que intentemos llevar una vida sencilla: que evitemos comprar aquello que, realmente, no necesitemos; y desprendernos de aquello que, sinceramente, no utilizamos. El discernimiento al respecto es responsabilidad de cada uno: de modo que no sea la sociedad ni sean los bienes materiales (en el sentido de la abundancia de ellos) quienes decidan por nosotros. Aspiremos, pues, a una vida sencilla.

 

ORAMOS:

Señor: Enséñanos a llevar una vida sencilla. Enséñanos a llevar una vida que nos acerque a ti.