LEEMOS: (Mt 13, 47-53)

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.

Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

¿Habéis entendido todo esto?»

Ellos le responden:

«Sí».

Él les dijo:

«Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».

Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

 

MEDITAMOS:

Hoy la Iglesia celebra la Fiesta de San Ignacio de Loyola. Una de las características más sobresalientes de su Espiritualidad es el discernimiento. De ahí que el Evangelio de hoy sea providencial. Hay que distinguir entre los buenos peces de los malos. Los primeros se reúnen en cestos, y los malos se tiran, Hay que estar atentos a nuestras mociones interiores, a nuestras sensaciones, pensamientos, sentimientos, deseos, actitudes, … ¿Cuáles vienen del buen espíritu y cuáles del mal espíritu? Los primeros hay que guardarlos, los segundos lanzarlos. Por eso es tan importante, como decía San Pablo (Flp 2, 5), tener los mismos sentimientos que tenía Cristo. Pidamos al Señor, pues, que nos enseñe a discernir, para amar a Jesús decidiendo bien.

 

ORAMOS:

Señor: Enséñanos a discernir. Que tengamos los mismos sentimientos que tienes Tú.