LEEMOS: (Lc 12, 13-21)

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»

Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»

Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»

Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: «¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.» Y se dijo: «Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida.» Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?» Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

 

MEDITAMOS:

La posesión de algunas cosas es importante para una vida bien ordenada, decía Santo Tomás de Aquino. Es que, en efecto, Jesús no nos está diciendo que no poseamos bienes, sino que lo que nos transmite es la enseñanza de cómo y para qué usar esos bienes. Si dependemos nuestra vida de lo material, ¿no estamos empobreciendo, realmente, toda nuestra vida? Busquemos, pues, un estilo de vida con el criterio de una sencillez sensata, como dice James Martin, SJ.

 

ORAMOS:

Señor: Que busquemos una vida sencilla y sensata, una vida según tu voluntad en cada uno de nosotros.