LEEMOS (Mt 5, 43-48)

«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los paganos? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre del cielo.

 

MEDITAMOS

"Habéis oído que se dijo... Pero yo os digo". Esta frase expresa que el Cristianismo se trata de una nueva religión, distinta al Judaísmo (aunque ciertamente con elementos relacionados). La diferencia, entre otras muchas, la vió San Ignacio de Loyola con su concepto de "magis", de más: no se trata de vivir amando a unos sí y a otros no, sino de amar más, de dar un paso más allá de los establecido: ¿Amar a quién? A todos. En el Cristianismo hay siempre un "más", en este caso del Evangelio de hoy amar a los enemigos. Tarea nada fácil, pero impulso positivo para hacerlo. ¿Cómo? Volviendo a San Ignacio, mediante la "discreta charitatis", es decir, con el discernimiento: hay que saber amar, mirar las necesidades del otro (sea quien sea) y ver qué puedo realmente hacer.

 

ORAMOS

Señor: Enséñanos a amar como Tú nos amas.