Dijo Jesús al gentío: "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo; el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra".
Mt 13, 44-46
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En el fragmento del evangelio de hoy leemos dos parábolas con el mismo tema: el reino de Dios.
Hay una diferencia entre el hombre que encuentra el tesoro en un campo y el comerciante de perlas, y es que este último está buscando. Los dos hombres quedan asombrados por la valía de sus hallazgos, de tal forma que ambos venden todo lo que poseen para poder conseguir, uno el campo, el otro la perla; no les importa deshacerse de cuanto poseen, porque lo que adquieren tiene un valor incalculable que les compensará con creces de sus anteriores posesiones; se trata de inversiones magníficas.
Tanto el tesoro como la perla simbolizan el reino de Dios anunciado por Jesús. Quizá pueda parecer exigente el tener que desprenderse de "todo" para poder conseguir ese tesoro o esa perla de gran valor, sin embargo, si miramos hacia atrás, a los años de nuestra niñez... ¿quién no soñaba con encontrar un gran tesoro que le cambiaría la vida por completo? Pues ese gran tesoro es la Buena Noticia del reino de Dios, capaz de cambiar la vida de aquellos que la escuchan, llenándolos de una inmensa alegría. Y podemos recordar las palabras de Sta. Teresa de Jesús: "Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta"; ella encontró aquel gran tesoro: Jesús, el Señor.
Miércoles, 31 de julio de 2019
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