Dijo Jesús a sus discípulos: "Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".

Mt 18, 15-20

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  Cuando convivimos con otras personas, en la familia, el trabajo, en la comunidad parroquial..., es fácil que, a lo largo del tiempo, se produzcan roces, desavenencias, desacuerdos... Sin embargo, en toda comunidad cristiana debemos esforzarnos, para que reine la paz; y cuando eso no es posible, porque somos humanos, debemos buscar siempre la reconciliación, y procurar por todos los medios a nuestro alcance conseguirla. Todo esto será posible por medio de la oración comunitaria, en la que podremos encontrarnos reunidos en presencia del Señor que nos ayudará a perdonar, olvidar, y a seguir avanzando reconciliados como hermanos.

Miércoles, 14 de agosto de 2019

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