Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones.
El plan del Señor subsiste por
siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que Él se escogió como heredad.
Nosotros aguardamos al Señor:
Él es nuestro auxilio y escudo;
con Él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
(Salmo 32)
