Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía al Señor,
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
Él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.
(Del Salmo 103)