Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

 

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

 

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.

 

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

 

(Del Salmo 99)