Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes; a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: 'Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco'. Su señor le dijo: '¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor'. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: 'Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos'. Su señor le dijo: '¡Bien! Entra en el gozo de tu señor'. Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: 'Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo'. El señor le respondió: 'Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez'. 

Mt 25, 14-25.27-28

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  En la parábola que leemos en el evangelio de hoy, contemplamos a tres siervos a quienes su señor les confía una tarea adaptada a sus aptitudes personales. Los dos primeros conservan el dinero que les ha sido encomendado y lo hacen rentar; se han arriesgado para complacer a su superior y son felicitados e invitados a entrar en el gozo de su señor. Sin embargo, el tercero lo esconde y no consigue ningún beneficio y además critica la forma de ser de su señor, pensando que este ha obrado así por codicia para aumentar sus ganancias, en vez de comprender que lo ha hecho como prueba de confianza en sus trabajadores.

  Dios nos ha concedido a cada uno unos dones, unos talentos, y espera que los conservemos y que los hagamos fructificar, no que los escondamos para no perderlos. Esto puede parecernos una gran exigencia, pero no debemos olvidar que la recompensa es muy superior: conservar los dones y, además, entrar en el gozo de nuestro Señor, que es el reino de Dios. 

  Llenos de esperanza, hemos de esforzarnos en ser  administradores fieles de los dones que Dios nos ha concedido, sabiendo arriesgarnos para hacerlos fructificar, y no decepcionar a Aquel que confía en nosotros y, aunque tarde en regresar, poder escuchar de sus labios: "¡Entra en el gozo de tu Señor!"

Sábado, 31 de agosto de 2019

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