Dijo Jesús a sus discípulos: "En verdad, en verdad os digo, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el mismo Padre os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre".
Jn 16, 23b-28
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En la lectura de este evangelio no puede pasarnos desapercibida la gran noticia que Jesús nos comunica: Dios nos ama (Jn 16, 27a). Y nos ama porque nosotros amamos a su Hijo y creemos en Él (Jn 16, 27b). Esto debería llenarnos de gozo. Tener la seguridad de que somos hijos amados por Dios, debería ser la fuerza que nos pusiera en movimiento cada día, la luz que rasgara nuestra penumbra, el latido imparable de nuestro corazón... Deberíamos ser conscientes de esta realidad, de este Padre que nos ama por pura gracia, por puro don. Y vivir de tal forma que este amor de Dios fuera nuestra esperanza y la de aquellos que nos rodean.
Sábado, 1 de junio de 2019
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