SABOREAR LOS SALMOS
Por la tarde subimos un Salmo. ¿Es para leerlo, nada más? No.
Es para leerlo con calma. Parándonos en la frase o en la palabra que nos ha llamado la atención.
¿Por qué nos ha llamado la atención?
Si abrimos la web no es por simple curiosidad, sino porque Dios nos llama a hacerlo.
La iniciativa no es nuestra, pues. Es del Señor.
Es bueno parase un poco por la tarde.
Jesús rezaba los Salmos. Los vivía.
Tampoco hacemos algo muy distinto de lo que Él hacía.
Lee pausadamente. Sin prisa. Detente en aquella frase o palabra que te ha llamado la atención. Quizá no sepas por qué te ha llamado la atención. Pero te ha generado curiosidad. ¿Por qué?
A lo largo del día, en los momentos en los que no estás metido en tus quehaceres, repítela.
Mientras estás esperando en el Metro, en el autobús, mientras paseas, mientras barres o friegas, mientras tomas un café en el bar…
Repite esa frase o esa palabra. Simplemente, repítela.
Reflexiona sobre ella. Pausadamente. Sin prisas. Vuélvela a repetirla.
Estás diciendo la frase o palabra que dijo Jesús.
¿Por qué repites esa frase o esa palabra o ese estado de emoción que te ha sugerido esa frase o esa palabra?
Deja que Dios te hable por esa frase, esa palabra o ese estado de emoción.
Y ama.
Saborea la Palabra de Dios.
 
    			
 
								 
				 
				 
				 
				