Dijo Jesús a sus discípulos: "No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino". Tomás le dice: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le responde: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí".

Jn 14, 1-6

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  ¿Sabemos nosotros el camino? Es posible que nos ocurra como a Tomás, el apóstol, que seguimos a Jesús y no sabemos el camino... Vivimos en medio de un mundo lleno de distracciones, de ofertas de todo tipo y para todos los gustos, deslumbrados por el brillo del oropel y ensordecidos por el ruido. Y así nos vamos quedando ciegos y sordos a la auténtica realidad: Jesús, el Cristo.

  ¿Podemos detenernos, quedarnos en silencio exterior e interior, y sumergirnos en la Palabra? Jesús nos está ofreciendo la Vida que trasciende esta pequeña vida nuestra que es pasajera y con fecha de caducidad. Jesús nos ofrece la Vida que perdura, aquí y más allá de este mundo; nos ofrece llegar a la Vida por el único Camino posible: él mismo; y todo ello fruto de la Verdad: Dios.

  También Jesús nos dice a nosotros que va a prepararnos un lugar en el que podamos reunirnos definitivamente con Él, que vendrá a nuestro encuentro para llevarnos a una nueva realidad, inmersos en el amor apasionado del Dios trinitario.

Viernes, 17 de mayo de 2019

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