Herodes había mandado prender a Juan el Bautista y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras, que te lo daré". Y le juró: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella salió a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" La madre le contestó: "La cabeza de Juan el Bautista". Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista". El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.

Mc 6, 17-20a.21-29

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  Hay quienes en vez de cambiar su mala conducta, quieren hacer callar a los que se atreven a denunciarla, a los que pretenden hacerles reflexionar sobre su inadecuado comportamiento. Así hizo Herodías cuando pidió la cabeza de Juan el Bautista; y Herodes, una simple marioneta en manos de aquella mujer, hizo que se la entregaran de inmediato, sin detenerse a meditar sobre aquella cruel petición.

  Sin embargo, el mal no tiene la última palabra, ni tiene el poder suficiente para silenciar la verdad. Los planes de Dios siempre siguen adelante, como pequeñas briznas de hierba que se aferran firmemente a cualquier tipo de terreno y, poco a poco, lentamente, van cambiando el paisaje, cubriéndolo de un tapiz de verdor y proclamando la fuerza de la vida.

Viernes, 8 de febrero de 2019

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